Pasó enero, pasó febrero y estamos a mitad de marzo y sentía que era en vano escribir esta newsletter, ¿Qué podía aportarles?, qué podía llegar a recomendarles yo, si lo único que hice en mis vacaciones fue visitar la veterinaria con mis dos mascotitas ancianas que ya estaban dejando sus últimos suspiros.
Nunca falta la culpa por no leer y peor si no es por falta de tiempo porque al menos ahí hay una excusa que una elige creerse. No querer fallar con las colaboraciones que recibo, no querer fallarle a ustedes, ni tampoco al algoritmo de Instagram, que es un jefe que no admite certificados médicos. En un momento pude refugiarme en la oscuridad y la desolación de dos libros. No era yo la única que estaba rodeada de la tristeza, la muerte se hace presente en la vida de todos, tarde o temprano, sin excepción, no era yo la única desgraciada que pasaba un enero al borde del colapso sin poder vaticinar un futuro más alegre, y así es como la oscuridad de Las mil maravillas y de La muerte viene estilando, me reconfortaron y me recibieron en sus páginas.
Cómo pasar por dos duelos, casi juntos, de mi perro y mi gata era poco, la vida me tenía preparada una dieta super restrictiva que me tiene al borde del colapso una vez a la semana.
Esto no es una carta de victimización ni quejas, por favor no estén compadeciéndose de mi, nada más quería contarles este proceso de pensamientos durante el último tiempo, y como la vida ajusta nuestros planes a voluntad.
Una vez leí, escuché o vi, no se, solo sé que de algún lado lo absorbí, algo que decía que los japoneses fueron un pueblo golpeado por muchas catástrofes, lo que hacía que ellos en vez de sentarse a lamentar, se ocupaban de volver a reconstruirse. Es una característica que veo mucho en las novelas, lo de aceptar hasta cosas inverosímiles con total naturalidad y actuar a partir de (dejando de lado la alta tasa de suicidios)
Muchas veces me preguntan que me atrae de la literatura japonesa y contesto que eso. Esa capacidad de no escandalizarse ante casi nada, de indagar lo necesario y muchas veces ni eso, la calma al afrontar casi cualquier situación. Ese estoicismo, aunque muchas veces pareciera que ni siquiera es felicidad lo que persiguen. Esa característica tan particular me trae calma y belleza.
Mi perro Aldo tenía 17 años, lo compré (si, hoy no lo haría), en una vete del Barrio Jardín en mi querida Córdoba, yo tenia 18 años, vivía sola a mas de 2000km de mi familia, y él se convirtió en mi protector y compañero. Miel tenía 18 años, llegó un día de tormenta al patio de mis padres y allí encontró cobijo. Tuvimos que dormirlos, a Aldo el 15 de enero y a Miel el día del gato, el 20 de febrero. Si alguna vez tuvieron que tomar esta triste decisión entenderán que le agrega un plus extra al dolor, la culpa y la duda siempre de si uno se precipitó o no, de si fue suficiente lo que se hizo, de si se habrán sentido acompañados en el momento que dejaron este plano. El ser humano sabe muy bien como torturarse. Y así fue como en dos meses despedimos a dos miembros de la familia, que estuvieron presentes la mitad de mi vida. Pero a diferencia de mi duelo de Gala, trabajé mucho para aceptar estos acontecimientos con mas paz y con menos cuestionamientos.
Durante el tiempo que llevaba a Aldo y Miel a la vete, sabiendo que no existían curas, solo alivios, me daba mucha bronca y envidia ver personas con sus mascotas jóvenes y sanas, disfrutándolos, teniendo muchos años por delante juntos, ¿por qué yo tenía que despedirme de mis viejis?, la angustia te vuelve irracional, todos vamos a envejecer, nosotros y esas mascotitas jóvenes y vitales también.
Hoy, aún con la tristeza cubriéndome, siento ir regresando a mi persona, con cambios, tal vez imperceptibles, pero que yo se que alojan en mi interior, y naturalmente puedo regresar a mi newsletter, con modificaciones si así lo requiere, porque nada es definitivo.
Por empezar quiero hablarles de mi Reto lector 2024, Leamos Japón.
Durante febrero leyeron (yo no pude) a Osamu Dazai, y estoy muy orgullosa con la repercusión que tuvo, fue la oportunidad de muchas personas de dejar de excusarse y leer a este autor de una vez, y para otras fue la ocasión para volver a leerlo.
En marzo estamos leyendo a Hiromi Kawakami, autora que tiene tantos simpatizantes como detractores, ¿a que se debe? no se, tendrás que leerla y ver en que bando te encontrás.
Leí varias obras de ellas, algunas se consiguen en el país y, otras, lamentablemente es más difícil.
En esta ocasión elegí:
Lo había comprado hace varios años por Book Depository *le cae una lágrima*
Voy más o menos por la mitad, no vamos a decir que es una locura porque hasta ahora no han habido demasiados acontecimientos, es un libro bastante lineal, sin sobresaltos, y creo que eso describiría a la autora en general. Aún no encuentro muy atinado el título y eso ya me cosquillea, en inglés la elección fue: The Nakano Thrift Shop (La tienda de segunda mano de Nakano) lo cual tiene muchísimo mas sentido, en fin, cuando lo termine haré reseña, así que si les interesa, estén atentos a mi Instagram.
Para ponerle un poco de picante al momento de la lectura, elegí intercalar a El señor Nakano con:
La literatura argentina siempre tiene el condimento justo para atraparte y no soltarte. La vez pasada le contaba un poco a mi papá acerca de la oleada de grandes escritoras y escritores contemporáneos que tenemos en el país y me decía algo que me pareció muy acertado, vivimos en un país en donde las noticias del día a día superan cualquier ficción, pocas personas viven una vida acomodada sin sobresaltos.
No podemos negar que nuestro país es este meme:
Y mi padre sostiene que estas vivencias, construyen buenos escritores y en esta categoría entra Selva Almada.
En cuanto a las novedades del mes, estoy muy contenta con la colección de Yasunari Kawabata que esta trayendo Planeta, no es de mis autores predilectos, pero la bibliodiversidad de un autor japonés siempre se celebra.
Pero esta novedad me lleno de orgullo:
Este mes, Big Sur comenzó a distribuir esta maravilla, es de una editorial chilena que se llama Abducción y tienen un catalogo que es todo lo que los nipones deseamos. Akutagawa es un escritor imperdible, es de esos que HAY QUE LEER, hasta el momento podíamos leerlo, si teníamos acceso, a alguno de los libros de Satori (empeñando un riñón), pero ahora tenemos estos dos grandes cuentos en librerías, y está la promesa de que si hay un buen recibimiento, nos seguirán llegando libros de esta editorial. Así que haré todo lo que este a mi alcance para que cada nipón, lea a Akutagawa.
¿Qué se viene? en Abril, estaremos leyendo a Yasunari Kawabata. En lo personal, me es bastante desafiante porque leí 3 libros del autor y 2 me resultaron bastante turbinas “controversiales”, pero estoy mas que dispuesta a darle otras oportunidades y encontrar la obra que sea de mi agrado.
También estamos en la dulce espera…
¿Cuándo llegará? no lo sé, ¿Cuánto costará? tampoco lo sé, pero ya esta en España y esperemos no tener que esperar mucho para tenerlo por nuestra tierra de campeones.
Otro motivo de alegría, al menos para nosotros los que habitamos esta ciudad con mosquitos, dengue, ratas y lluvias torrenciales (agrego esto para que no nos tengan tanta envidia) es la llegada de la Feria Internacional del Libro, un evento que amo, en esos pasillos pasan cosas maravillosas y como siempre voy a mostrarles todo lo que pueda por mis redes.
Para despedirme, voy a recomendarles algunas películas que llevo vistas este año, estoy mucho mas adepta a las pelis que a las series últimamente, me da la sensación que no han salido series muy buenas este tiempo, ¿ustedes que piensan?
Estas dos me gustaron tanto pero tanto, que les dediqué posteos en Instagram
Una en Japón, la otra coreana pero con NY como escenario. Imperdibles.
Si miraron Poor Things y quedaron flasheados, no se pierdan The Lobster (está en Netflix) y, si se sienten intrépidos, (no me subestimen al leer esto) miren Caninos.
Acá les dejo un mes gratis de MUBI para que puedan verla.
Espero encontrarnos en abril con lindas noticias, con mejores y mas variedad de recomendaciones.